lunes, 12 de septiembre de 2022

Pensamientos sueltos... ¿Interpelación, rendición de cuentas o circo?

La coyuntura que vivimos ha generado, irremediablemente, una 'ceguera política' a sus actores. Lo que menos hay es una posición seria, reposada, introspectiva y, mucho menos patriótica, de ninguna de las partes.

Lo peor de todo, es que en esa dinámica, todos perdemos.

Pero, lo llamativo, para llamarlo de alguna manera, es que exista la inconsciencia de unos y otros, del que todos provienen de la misma fuente. Son hijos del mismo padre, aunque de diferentes madres.

La consecuencia de años de 'jalarle el rabo a la ternera' por parte de la clase política (oligarquía criolla), es el caos institucionalizado que tenemos hoy.

Pecados como la soberbia, la avaricia, el egocentrismo, la vanidad y la sed de poder y dominación concentrada de esa oligarquía, les han pegado como boomerang en la cabeza.

La desmantelación del Estado Social de Derecho y del vocablo solidaridad de nuestro acervo cultural y nuestra idiosincracia, producto de atributos contrarios a los pecados mencionados que, con todo y sus errores y vanidades, si tuvieron nuestros líderes políticos del siglo pasado como don Manuel Mora, Monseñor Sanabria, Rafael Ángel Calderón Guardia, don Rodrigo Facio, entre otros, catalizados por don Pepe Figueres Ferrer y su liderazgo que lo lleva a fundar la Segunda República, es lo que hoy provocó un hastío popular que llevó a nuestro pueblo a esta peligrosa escogencia de la oferta populista y demagoga de un actor/actriz que se vendió diferente, cuando ha sido parte o producto directo de "los mismos de siempre".

El comportamiento de poses fáciles e hipocresía manifiesta, en ambos lados de la balanza política coyuntural actual, es reflejo de ese hastío hacia los que están en campaña para abolir la Segunda República.

Ver a una señora Ministra de Salud que presume una experiencia académica que no refleja en la práctica, interpelada por un sistema de representación política espuria y ajena al pueblo, es sólo la evidencia, o el síntoma, de esta enfermedad terminal en que se encuentra la democracia costarricense.

Ambos lados dieron una "cátedra" de intolerancia, irrespeto y manipulación política que nos deja sin esperanza a los que vemos, desde afuera del quehacer político, como se despedazan entre sí, peleando los despojos que quedan por repartirse.

Panorama desalentador y oscuro. Sobran las voces que fomentan el odio. Ladran tan fuerte que acallan al poco sentido común remanente, y ni que decir, al patriotismo.

Retóricas falaces y orgullos inflados en los tres poderes de la República.

Un escenario en la que pierde es la democracia y, con ello, el pueblo, que hoy está manipulado y apostando todo en un líder mesiánico que, si por la víspera se saca el día, seguirá chocando con la anquilosada maraña burocrática institucionalizada y el Estado de Derecho. 

Y, lo más triste, es que la polarización no es entre un pueblo que lucha por su desarrollo, sino por dos bandos que disputan ser los manipuladores de turno, para defender sus privilegios espurios.

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